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El estudio del acoso escolar desde una perspectiva forense requiere que las conductas de acoso sean continuas en el tiempo y frecuentes. Además, la concepción legal del bullying también requiere de victimización. Para que una prueba forense de daño sea admisible y válida, debe establecer una relación causal entre las conductas de acoso sufridas y el daño. Como daños psicológicos, la literatura ha identificado tanto síntomas externalizantes como internalizantes. Sin embargo, la prueba psicológica forense se sustenta únicamente en los internalizantes, porque de los externalizantes no se puede derivar una relación causa-efecto. Con el objeto de conocer los efectos de la continuidad e intensidad de las conductas de acoso en los síntomas internalizantes, se diseñó un estudio de campo. 110 adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y 16 años (M = 14,85) respondieron al MMPI-A (Butcher et al., 2003) para la medida de la victimización, y el cuestionario AVE (Piñuel y Oñate, 2006). Los resultados mostraron diferencias, con un tamaño del efecto grande en el daño psicológico, mediadas por la frecuencia e intensidad de las conductas de acoso. Se discuten las implicaciones de los resultados para la salud mental y el desarrollo de los jóvenes.
