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La salud sexual en la infancia y en la adolescencia constituye una prioridad dado el importante impacto que esta ejerce en su salud global. Sin embargo, no existe un fuerte consenso sobre los indicadores que determinan el poseer una buena o una mala salud sexual, y más cuando hablamos de una población de especial vulnerabilidad dados los múltiples cambios físicos, psicológicos y sociales a los que se enfrentan en poco tiempo. En el presente estudio exponemos el proceso de construcción de una batería de instrumentos para la evaluación de la salud sexual de los niños, niñas y adolescentes. Tras la realización de un completo proceso de valoración, guiado por múltiples expertos en el área, se ha concluido que tanto los conocimientos como las actitudes (p.ej. sexismo) y habilidades sexuales (p.ej. asertividad sexual) son un indicador principal. Asimismo, los comportamientos sexuales de riesgo (p. ej. búsqueda de sensaciones sexuales, adicción al sexo, al cibersexo o conductas de sexting), también se consideran variables importantes. Disponer de una batería de instrumentos validados en este grupo poblacional que recoja todos los aspectos relevantes para la valoración de su salud sexual va a permitir, no solo conocer más sobre la misma, sino también probar si la educación afectivo-sexual que reciben es adecuada y suficiente para asegurar un desarrollo sexual saludable.
Sexual health in children and adolescents is a priority because of its important impact on their overall health. However, there is no strong consensus on the indicators that determine good or bad sexual health, especially when we are talking about a particularly vulnerable population given the multiple physical, psychological and social changes they face in a short period of time. In the present study we present the process of construction of a battery of instruments for the evaluation of the sexual health of children and adolescents. After conducting a comprehensive assessment process, guided by multiple experts in the field, it has been concluded that both knowledge and attitudes (e.g. sexism) and sexual skills (e.g. sexual assertiveness) are a leading indicator. Likewise, sexual risk behaviors (e.g. sexual sensation seeking, sex addiction, cybersex or sexting behaviors), are also considered important variables. The availability of a battery of validated instruments in this population group that includes all relevant aspects for the assessment of their sexual health will not only allow us to learn more about it, but also to test whether the affective-sexual education they receive is adequate and sufficient to ensure a healthy sexual development.
