El fanatismo es una plaga social del siglo XXI que germina en todo tipo de ambientes culturales, religiosos, deportivos y mediáticos. Recorremos aquí los factores psicosociales presentes en las actitudes fanáticas. El intolerante deviene en lo intolerable para la sociedad que lo ha oscuramente alimentado. Puro conglomerado y reactivo de paradojas emocionales y existenciales que se albergan en un útero ideológico insatisfecho y sin respuestas. Algunas de estas antinomias son: a mayor invisibilidad, mayor morbilidad; la idiotez moral correlaciona con la contundencia razonadora de los argumentos justificativos; su despersonalización le convierte en instrumento, pero no en actor responsable y culpable de su acción; se viven como víctimas pese a actuar como verdugos; su muerte o inmolación es un acto nihilista de exaltación de la vida distorsionada en su valor; el fanático se siente más plenamente realizado cuanto más alienado está. Todo este conjunto de paradojas permiten un acercamiento dinámico del que pueden desprenderse líneas de acción psicoterapéutica