Objetivo. Hacer una revisión de las principales pruebas disponibles para la evaluación de la memoria de niños y adolescentes, y analizar sus alcances, limitaciones, y perspectivas futuras. Desarrollo. Las alteraciones de la memoria forman parte de numerosos cuadros que afectan a la población pediátrica, desde epilepsias y traumatismos craneoencefálicos hasta casos de sufrimiento anóxico perinatal, trastornos del lenguaje, el aprendizaje, la conducta, etc. Aunque poco documentadas, es probable que todas las formas de amnesia descritas en los adultos también existan en la infancia, con los matices propios del desarrollo. Ello justifica la necesidad de contar con instrumentos apropiados para evaluar la memoria del niño. Al respecto se presenta una breve descripción de las principales baterías (TOMAL, WRAML, CMS, BEM 144) y tests específicos (RBMT-C, VADS, CAVLT-2, etc.). Otros recursos útiles son las entrevistas con el paciente y sus familiares, la observación directa de la conducta, los cuestionarios tipificados, las escalas y guías sistematizadas de registro para padres y docentes, etc. Conclusiones. Si bien en la última década se han registrado interesantes avances, todavía se necesitan nuevas técnicas que cubran un intervalo más amplio de edades ¿en particular, para menores de 5 años¿, que evalúen todos los aspectos de la memoria (procedimental, prospectiva, autobiográfica, etc.), con formas paralelas, normas más representativas y mayor validez ecológica desde la perspectiva del neurodesarrollo.