Introducción. Los déficit que caracterizan el trastorno de aprendizaje no verbal (TANV) afectan a la automatización de procedimientos motores y cognitivos, la integración visuoespacial, la coordinación motora, las funciones ejecutivas, la comprensión contextual y las habilidades sociales. Objetivos. Revisar el estado de la cuestión del TANV y justificar la mayor adecuación del término �trastorno de aprendizaje procesal� (TAP) para referirse a este trastorno. Desarrollo. Aunque los límites entre el TANV y otros trastornos o síndromes como el síndrome de Asperger son a veces difusos, ciertas características específicas contribuyen al diagnóstico diferencial. Numerosas investigaciones sugieren, en cuanto a su correlato neurológico, disfunciones del sistema atencional �posterior�, hemisferio derecho, y cerebelo. Los recursos de intervención en el TAP deben ir encaminados al entrenamiento de los automatismos motores y de las estrategias de resolución de problemas. Conclusiones. La disfunción básica que subyace al TANV es una dificultad para el aprendizaje implícito de rutinas, de la automatización de procesos motores y de estrategias cognitivas que facilitan gran parte de las conductas habituales ahorrando costo de recursos conscientes. Estas limitaciones se deben en parte a una disfunción en la memoria procedimental. Además, diversas dimensiones del lenguaje están afectadas: comprensión contextualizada, procesamiento de los indicadores espaciales y emocionales en la producción verbal, realización de inferencias lingüísticas, organización del discurso, prosodia, uso del lenguaje y comunicación gestual, entre otras; de este modo, quedaría justificado evitar el adjetivo �no verbal� en la denominación de esta agrupación sindrómica y adoptar la etiqueta diagnóstica de �TAP�.