El sesgo político ha sido identificado como impulsor de la indulgencia hacia los políticos corruptos. Sin embargo, la evidencia apunta a que diversos factores contextuales podrían moderar su influencia en las evaluaciones de los casos de corrupción. No obstante, la interacción entre las variables individuales y, en particular, los estándares morales individuales y el sesgo político en las evaluaciones de estos casos siguen sin ser abordados en la investigación. En este estudio exploramos estos elementos utilizando dos medidas que operativizan el sesgo y los estándares morales en el contexto político: el razonamiento moral partidista (RMP), que mide la indulgencia hacia las transgresiones dentro de partidos de igual orientación política (frente a casos en partidos opuestos) y el razonamiento moral riguroso (RMR), una medida del rechazo más amplio de las transgresiones políticas independientemente de la filiación del transgresor. Contra nuestras expectativas de que un nivel alto de RMP y bajo de RMR impulsarían conjuntamente actitudes favorables hacia los políticos acusados de corrupción, comprobamos que los participantes con niveles bajos y altos de RMR diferían únicamente con niveles bajos de RMP. Los resultados sugieren que el efecto de contrapeso de la moralidad en la tolerancia hacia la corrupción se ve sobrepasado por la influencia dominante del sesgo político.
Political bias has been identified as a driver of leniency towards corrupt politicians. Yet, evidence suggests that a number of contextual factors can moderate its influence on corruption assessments. The interplay between individual variables, particularly individual moral standards, and political bias over corruption evaluations, however, is yet to be addressed. We explore this using two measures that operationalize bias and moral standards in political settings: partisan moral reasoning (PMR), measuring leniency towards in-party (vs. out-party) transgressions, and tight moral reasoning (TMR), a measure of broader rejection of political transgressions regardless of the perpetrator’s affiliation. Contrary to our expectations that high PMR and low TMR would jointly drive favourable attitudes towards politicians accused of corruption, we found that low and high TMR respondents only diverge at low levels of PMR. Results suggest that the counterbalancing effect of morality on tolerance towards corruption is outweighed by the overpowering influence of political bias.