Objetivo. Valorar la implicación del proceso de angiogénesis en el ictus y sus posibles aplicaciones terapéuticas. Desarrollo. La angiogénesis es un proceso fisiopatológico en el que se forman nuevos vasos a partir de otros ya existentes, que se divide en dos fases: sprouting y maduración. La modulación de la angiogénesis es el resultado de un balance molecular entre un gran número de factores promotores o estimuladores (VEGF, bFGF, MMPs, etc.), pero también de inhibidores o factores angiostáticos (angiostatina, endostatina, etc.). En patología humana tiene un efecto dual: beneficiosa en cicatrización de heridas, remodelación tisular, isquemia coronaria, pero perjudicial en el cáncer, artritis reumatoide o inestabilidad de la placa de ateroma. El proceso de angiogénesis se desarrolla en algunas patologías cerebrovasculares; concretamente, tras un ictus sabemos que se sobreexpresan moléculas que regulan este proceso, pero desconocemos la finalidad con que se produce. Conclusiones. La angiogénesis se activa después del ictus modificando la red capilar transitoriamente. Para obtener un efecto ventajoso de este proceso se necesitará conocer el perfil de expresión de las moléculas reguladoras en el ser humano y conocer si sus efectos son diferentes en la fase aguda de la subaguda. Modular la angiogénesis podría formar parte de una terapia combinada en el futuro.