Se estima que la tasa de personas en prisión que presentan trastorno mental grave es cuatro veces más alta que la de la población general. La Administración Penitenciaria como respuesta a este fenómeno implementó en el año 2009 el Programa de Atención Integral al Enfermo Mental (PAIEM). El enfoque imperante en el tratamiento hasta el momento ha sido el modelo de enfermedad donde el objetivo principal es la eliminación de la sintomatología. Este artículo pretende mostrar la necesidad de abordar el trastorno mental grave en prisión desde un cambio de paradigma, entendiendo la intervención como un “trabajo en proceso” para conseguir una vida con significado desde el momento presente en adelante, aumentando de esta forma la capacidad funcional. Se entiende que todo comportamiento cumple una función y el contexto es vital para entender a la persona. La lucha contra el estigma, ir más allá del modelo médico, reemplazar el paternalismo por colaboración, escuchar de una forma activa y el trabajo en equipo serán los ejes para conseguir un nuevo abordaje de los problemas de salud mental en el ámbito penitenciario.