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Ana Betina Lacunza, Ramiro Salazar Burgos
Las desigualdades territoriales no solo refieren a las asimetrías en infraestructura, acceso a servicios básicos, niveles de producción sino también a las dimensiones subjetivas de cómo se perciben estas diferencias. Estas dificultades inciden en los recursos positivos de los adolescentes, particularmente en sus habilidades para establecer relaciones sociales mutuamente satisfactorias. El objetivo fue relacionar indicadores socioeconómicos, socioambientales y habilidades sociales de adolescentes tucumanos escolarizados, urbanos y rurales. Se trata de un recorte de un estudio interdisciplinario en curso. A 397 adolescentes, entre 12 a 18 años (M = 14.53, DE = 1.9), se les administró, previo consentimiento y asentimiento informado: a) Escala MESSY de habilidades sociales (adaptación Trianes), b) Encuesta socioeconómica y socioambiental (validación Salazar Burgos). El 34% residía en contextos rurales y 56% eran mujeres. El nivel socioambiental se midió a partir de condiciones peri e intradomiciliarias, 16% refirió inadecuadas condiciones, con mayor incidencia en los adolescentes urbanos del sur de la provincia. Un 24% tenía menores recursos socioeconómicos (condiciones educativas y laborales de los padres, acceso a bienes, consumos y cobertura de salud), 54% de éstos residía en la ruralidad. Aquellos adolescentes con menores recursos socioambientales describían escasas habilidades sociales positivas (cívicas, empáticas y de expresividad emocional) que sus pares con mejores condiciones (t = -2.44, p = .017, d = -.374) como habilidades para establecer amistades (t = -2.98, p = .004, d = -.453). El menor NSE incidía en las habilidades para conformar vínculos de amistad (t = -2.52, p = .013, d = -.327). El lugar de residencia y los grupos de edad no permitieron establecer diferencias estadísticas significativas en el repertorio de habilidades sociales. Se podría inferir que las carencias de hábitat y desigualdad socioeconómica impactan en la salud socioemocional, por lo que las intervenciones deben centrarse en desarrollar comportamientos sociales positivos que actúen como amortiguador ante situaciones de pobreza.
