Decir lo que me ha dejado Francesc Tosquelles como herencia, desde una perspectiva profesional, es algo de muy difícil, quizá, casi obsceno. No obstante, intentaré responder a eso, aunque, seguramente, será de manera muy parcial. Para ello, voy a escoger lo que he podido hacer mío de ciertos aspectos, traduciéndolo bajo la forma de dos esquemas, procurando así diferenciar cosas que, sin embargo, siempre se mezclan. En todo caso, estos esquemas me han acompañado durante toda mi vida profesional y he intentado compartirlos activamente y con un modo crítico, en la práctica con mis colaboradores, sean cuales fueren sus estatutos so-cio-profesionales.Los llamo el esquema médico y el esquema «psi», sin saber exactamente precisar este último concepto. En todo caso, han servido de base para todo lo que he-mos querido hacer y que hemos hecho muchas veces de modo contradictorio y, por qué no decirlo, de modo conflictivo.Pero hay también otra herencia de Tosquelles —y de otros— que tiene que ver justamente con la problemá-tica de la contradicción que, no hay que olvidar, consti-tuye el movimiento sin el cual no hay vida. La cuestión es poder gestionar estas contradicciones, problema-tizarlas, dramatizarlas, en el entorno institucional. Es una parte importante del trabajo que debe realizar del equipo terapéutico y tiene que ver con la necesidad de instituir procesos de análisis permanente. Esto ha sido una especie de brújula permanente, que es algo muy importante poder disponer, sobre todo cuando se nave-ga en una situación donde se corre el riesgo de perder el norte a cada instante.