Carmen Amorós Azpilicueta
El aumento de las depresiones silenciosas en la infancia y en la adolescencia es un problema que preocupa mucho a los profesionales de salud mental por el sufrimiento encubierto que conlleva. La dificultad de trabajar en profundidad con niños y adolescentes hace que se pasen por alto muchas depresiones de esta naturaleza. Las conductas disruptivas y psicóticas, así como las hiperactividades, dificultades de concentración, etc., están siendo el dique defensivo a depresiones profundas graves. Resulta imprescindible contextualizar las experiencias traumáticas de abandono y/o desamparo por las que haya podido pasar y, diferenciar entre lo que les es propio de lo que han recibido de los vínculos familiares, teniendo en cuenta los tramos de edad del niño y del adolescente. Las depresiones reactivas a situaciones no deseables no tienen por qué ser patológicas.