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Ángel Romero Martínez, Carolina Sarrate Costa, Javier Comes Fayos, Arantxa Cuervo, Jéssica García, Luís Moya Albiol
El daño cerebral adquirido representa una de las causas principales de muerte entre la población adulta mundial. A pesar de que la ciencia ha avanzado lo suficiente como para garantizar la supervivencia de muchos de ellos, un porcentaje considerable presentan secuelas cognitivas permanentes. Tanto es así que la neuropsicología nació para detectar estas alteraciones y desarrollar, de ese modo, programas de entrenamiento cognitivo. Aun así, se han descuidado las secuelas a nivel psicológico. Por lo tanto, el primer objetivo de este estudio fue comprobar si los pacientes adultos con daño cerebral adquirido (n=29) se diferenciaban de un grupo control (n=49) en determinadas variables psicológicas como la impulsividad, alexitimia, empatía, expresión y rasgo de la ira y decodificación emocional. En segundo lugar, se pretendió analizar si las relaciones entre las variables anteriormente mencionadas difirieron en cada uno de los grupos. Los resultados pusieron de manifiesto que el grupo de pacientes mostró una mayor impulsividad y rasgos de alexitimia, pero menor toma de perspectiva y capacidad para decodificar las emociones que el grupo control. Respecto al segundo objetivo, en ambos grupos la mayor impulsividad implicó mayores rasgos de alexitimia e ira y, a su vez, la mayor alexitimia también se relacionó de forma positiva con la ira. Por todo ello, consideramos que nuestros resultados refuerzan la necesidad de implementar programas de intervención psicoterapéutica junto al entrenamiento cognitivo. Asimismo, destacamos la importancia de analizar la evolución psicológica de estos pacientes, dado su impacto sobre el éxito de las intervenciones neuropsicológicas.
Acquired brain injury is one of the leading causes of death in the world's adult population. Even though science has advanced enough to guarantee the survival of many of these patients, a large percentage have cognitive sequelae, so much so that neuropsychology was born to detect these alterations and, thus, develop cognitive training programs. Even so, the consequences have been neglected on a psychological level. Therefore, the first objective of this study was to verify whether adult patients with acquired brain damage (n = 29) differed from a control group (n = 49) on certain psychological variables such as impulsivity, alexithymia, empathy, expression and anger trait, and emotional decoding. Second, we tried to analyze whether the relationships between the aforementioned variables differed in each of group. The results revealed that the group of patients showed greater impulsivity and alexithymia traits, but less perspective taking and ability to decode emotions, compared to the control group. Regarding the second objective, in both groups, greater impulsivity implied greater features of alexithymia and anger; in turn, greater alexithymia was also positively related to anger. Therefore, our results reinforce the need to implement psychotherapeutic intervention programs along with cognitive training. Likewise, we highlight the importance of these programs in analyzing the psychological evolution of patients, given their impact on the success of neuropsychological interventions.
