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Tamara Jorquera Álvarez
Considerando la cobertura mediática de la marcha estudiantil del 25 de marzo de 2022 en Santiago, Chile, el objetivo de este artículo es comprender cómo se ha construido en los medios de comunicación la violencia como problema en el marco de esta manifestación. A partir del análisis discursivo de 37 noticias de 23 medios de comunicación, planteo como resultado que la agresión desproporcionada con consecuencia de daños físicos es aquello que todos los actores convergen en considerar como violencia, mientras que otras aristas de lo sucedido surgen como tensiones en pugna acerca de la definición de violencia y, con ello, de su forma de abordaje. Concluyo que es preciso generar un desplazamiento desde la perspectiva predominante sobre la violencia, que ha sido individualizada y despolitizada, y que ha derivado en estrategias punitivistas, hacia la incorporación de las condiciones estructurales, culturales y materiales que posibilitaron que ocurrieran todos los hechos que convergieron ese día. Para ello, propongo considerar el rol de las masculinidades hegemónicas en las escaladas de violencia, así como el abordaje interseccional que aporta entender el problema como juvenicidio.
The aim of this article is to understand how violence has been constructed by the media in the framework of the coverage done to the student public protest of March 25, 2022, in Santiago, Chile. Based on the discourse analysis of 37 press news from 23 different media, this research shows that all actors converge in considering as violence the disproportionate aggression resulting in physical damage. Other aspects of what happened in that demonstration emerge as tensions that dispute the definition of violence and, thus, its approach. I conclude that it is necessary to shift the predominant perspective about violence, which has been individualized and depoliticized deriving in punitive strategies, towards the incorporation of the structural, cultural and material conditions that made possible the occurrence of all the events that converged that day. Finally, I propose to consider the role of hegemonic masculinities in the escalation of violence, as well as the intersectional approach contributes to understand the problem as juvenicide.
