María Pilar González López, Sonia Domínguez
Asistimos estupefactos e indignados, puede que impotentes, al espectáculo de un mundo convulso sacudido por continuas crisis. Cada vez más personas piden y reclaman la responsabilidad individual y colectiva para remediar tal estado de cosas. Se apela al concurso de la creatividad cuyo concepto exponemos como valor común universal e inherente al ser humano. Voces surgidas de un adormecido humanismo abogan por un cambio de valores para atajarlo. Nos preguntamos: ¿Pueden los grupos ayudar en esta tarea? Nuestra respuesta es afirmativa y para conseguirlo reflexionaremos sobre los siguientes puntos: ¿Cuáles son los valores defendidos por el humanismo? ¿Están dichos valores reflejados y plasmados en la Psicología Humanista? ¿Existen posibles causas para el olvido de los mismos? ¿El trasfondo del progreso humano debe apoyarse en ellos? ¿Es importante el papel de los conductores y analistas de grupos? Cuestiones a las que intentamos responder en nuestra exposición. La Psicología Humanista fue básica en el desarrollo de la Psicología de los grupos tanto en su vertiente teórica como aplicada. Dichos valores se han refugiado, desgajados del origen de su fuente, en las técnicas grupales.
Afirmamos que el paso de un cambio desde el individuo responsable al logro de una sociedad responsable no es posible sin el concurso de los grupos. Es, por tanto, en la articulación teórica- aplicada de la Psicología de los grupos a quien corresponde la tarea de concienciar y movilizar dichos valores, analizando las características de similitud contextuales para alcanzar un Nuevo Renacimiento.