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Concha Oneca Eransus, Francisco del Amo del Villar
La convocatoria de este taller viene animada por un vuelo que venimos soñando seguramente desde el Symposium de San Sebastián de 2001. Allí participamos en un taller de sueños coordinado por Jorge Margolis. No recordamos que hubiera ninguna interpretación. Lo que recordamos es que, desde la experiencia de los sueños individuales, Jorge nos fue llevando a una experiencia cooperativa por la cual, todos terminamos estando en los sueños de todos participando en ellos de una manera más o menos activa y con una sensación como de un soñar lo común con diversos lenguajes. No todos los sueños son iguales y así, Artemidoro en el siglo II (d.c.) como Macrobio, a caballo entre el IV y V (d.c.), clasifican los sueños en categorías que son muy coincidentes. Desprecian los que hacen referencia a la realidad literal del estado psicofísico del soñante.
Macrobio ya define la naturaleza de los sueños auténticos que clasifica en personales, ajenos, comunes, públicos y universales. Parece pues que admite una conexión del individuo con los aconteceres suprapersonales, sociales, cósmicos y hasta divinos. Caminando por los sueños nos aparece la imagen de Joan Palet y sus numerosos sueños. Joan tenía, además de una sólida formación analítica, un pensamiento ácrata que parecía autóctono y no adquirido viendo como se ha manejado siempre en la dialéctica cuyo fruto es un movimiento evolutivo. Así desarrolló el concepto de “Pulsión evolutiva” como el dios Vishnu resultante del juego dialéctico Eros y Thanatos. Juego dialéctico habitualmente interrumpido por el anhelo infantil de omnipotencia. Joan llega por estos caminos a hablar de un Narcisismo Terciario semejante al primario en el que habría fusión sin confusión. Parece una reflexión sugerente y esperanzadora abierta a la posibilidad de una comunicación humana diferente. Puede ser algo parecido a la Koinonia de Pat de Màre. Nuevo no es. Ramon Llul allí por el siglo XIII-XIV, se jugó la vida varias veces tratando de hacer un encuentro dialéctico entre las tres religiones del Libro porque era su única esperanza de encontrar una religión verdadera. Hace poco escuchamos que alguien había expresado “He tenido que dejar de tener razón para poder amar”. Bien, nuestra propuesta es reunirnos un grupo de unas 20 personas, a poder ser con renuncia previa a tener razón, para explorar estas ideas entre todos.
