Se presenta una experiencia grupal de cuatro años en un Centro de Mayores, de la ciudad de Santander. El grupo tiene como objetivo facilitar un modo de comunicación que supere la superficialidad en la forma de relacionarse las personas en la sociedad actual. Trata de llevar al grupo a abordar aquellos temas que no se afrontan en una conversación cotidiana, que suele ser superficial y carente de emotividad ya que estamos acostumbrados a movernos con unos patrones de comunicación extremadamente defensivos, evitando entrar en los terrenos de la intimidad. Este grupo no pretende alcanzar fines terapéuticos, entendidos en un sentido profesional. Tampoco aspira a conseguir la felicidad.
Se trata de algo más básico, aunque no por ello menos costoso, como es el romper las barreras que nos separan como seres humanos, tratando de acercarnos al otro, ofreciéndonos sinceramente a la mirada de los que nos rodean y consigamos vernos al cabo del tiempo de otra manera, yo diría que más humana, pensando que aspiramos a recuperar una forma más transparente de vernos, de sentirnos, de amarnos.