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En medio de una cierta vorágine de publicaciones sobre la evolución humana, desde la neurociencia (De Felipe: De Laetoli a la Luna, 2022), la antropología (Arsuaga: Nuestro cuerpo, 2023) e incluso la economía (Sala i Martín: De la sabana a Mart, 2023), el doctor Agustín Franco, coordinador de la Unidad de Diagnóstico Urológico del Hospital Clínic de Barcelona, nos sorprende con otra, esta vez desde la medicina, sobre la evolución filogenética de los homínidos: de dónde viene el Homo sapiens, es decir, la historia de nuestros ancestros remotos y próximos. Cabe entonces preguntarse qué puede encontrar el lector medio en un libro como el del doctor Franco que le aconseje su lectura con preferencia a los demás, y la respuesta a esa pregunta es lo que pretende aportar la presente revisión.
El libro que aquí nos ocupa es breve (menos de 200 páginas), tiene una estructura muy asequible y atractiva, una prosa excelente y una rica documentación. Es, por tanto, ideal para quienes, más que adquirir una extensa y detallada información sobre el proceso de la evolución humana, lo que deseen sea una visión de ésta sintética a la vez que rigurosa.
El libro contiene una crítica al creacionismo como origen de la vida humana, al mismo tiempo que una descripción de la selección natural darwiniana muy basada en los principios y mecanismos de la genética evolutiva, con una destacada consideración del papel de la epigenética y sus propios mecanismos en la configuración del desarrollo filogenético. El papel de las enfermedades como elementos decisivos de ese desarrollo no podía faltar en una obra cuyo autor es un destacado especialista en medicina clínica. Como buen analista, Franco, entre otros muchos ejemplos destacables, aprecia la invariabilidad de las emociones frente al intenso desarrollo evolutivo de las capacidades intelectuales y el valor del fuego como ampliador de la luminosidad diurna que pudo beneficiar a la transmisión de conocimientos y la explosión de nuevos interrogantes a que da lugar cada nueva respuesta en el curso evolutivo de los homínidos.
La clasificación de los sucesivos homínidos, con referencia a aspectos geológicos, geográficos y hasta filosóficos, recibe un trato especial en el libro, y se aprecia el esfuerzo del autor para no agobiar con excesivos datos que pudieran resultar tediosos o de escaso interés para el lector. Los homínidos alcanzan su cénit en el desarrollo de una mente que culmina en un alto desarrollo de herramientas e instrumentos metalúrgicos, así como del lenguaje y la representación simbólica y artística, todo ello muy bien integrado en los últimos capítulos del libro, donde las referencias al sedentarismo, la agricultura y la domesticación animal tienen también un papel impulsor de los modos de vida y el desarrollo tecnológico y cultural de los homínidos. Como sensible y autocrítico observador, al doctor Franco en su obra no deja de inquietarle la alta dosis de supremacismo (nuestra humanidad es casi divina, llega a decir) que nos atribuimos los humanos sobre otras especies con las que compartimos hábitat e historia evolutiva.
Los capítulos finales son especialmente atractivos. En ellos, el autor deja volar su imaginación para tratar de adivinar el futuro evolutivo que nos espera y cómo ahora más que nunca anteriormente ese futuro puede depender de nosotros mismos. Hay razonamientos inteligentes sobre la pobreza y la violencia en las sociedades modernas, la natalidad y la educación, además del papel de la mujer contrastado con una poco velada crítica al machismo victoriano del propio Darwin. Son destacables las consideraciones finales sobre los cambios en el cuerpo de la mujer en relación con la conducta sexual y la procreación, atribuyéndole al coito, más allá de la propia conducta reproductiva, un elemento de cohesión dentro de la pareja. Franco es especialmente valiente cuando destaca, con rigor científico, que la infidelidad conyugal puede enriquecer el acervo genético del grupo.
Precisamente, sobre la genética, he echado de menos en el libro alguna consideración sobre la perpetuación de los genes a lo largo de la evolución, tan bien descritos en El gen egoísta de Richard Dawkins, y también algo que, en mis clases de evolución en la universidad, nunca pude explicar a los alumnos: el porqué del atractivo de los pechos grandes de la mujer para los hombres, algo que suelen plantear también como incógnita los libros de antropología biológica, pues los pechos grandes no amamantan más que los pequeños. El doctor Franco, que sí trata en su obra el significado biológico del modelo 0,7 del cuerpo femenino (% del diámetro de la cadera sobre el de la cintura), pasa de puntillas sobre ello, lo que no deja de ser anecdótico en una obra que, como vengo insinuando, es toda una joya que enriquecerá el acervo cultural de los lectores.
