Leímos con gran interés el artículo titulado ‘Prevalencia de alteraciones en el neurodesarrollo en niños de población rural de Oaxaca evaluados mediante la prueba de evaluación de desarrollo infantil’, publicado recientemente en su revista [1], y felicitamos a los autores por su iniciativa de estudiar los factores que afectan al neurodesarrollo de los niños en el área rural.
En su estudio se menciona que el lenguaje fue el área del desarrollo más afectada y, como lo mencionan otros autores, este hallazgo se encuentra relacionado con el estatus socioeconómico de las familias [2,3]. Por esta razón, en poblaciones rurales, sería de gran impacto implementar intervenciones que estén al alcance de su condición socioeconómica y de fácil realización junto con su madre, como ejercicios para mejorar el lenguaje (ejercicios prelingüísticos, masajes faciales, ejercicios bucofaciales, ejercicios labiales, ejercicios linguales y ejercicios respiratorios), como menciona la guía de David Huanca, Manual de Pediatría GPC basada en la evidencia [4].
Por otro lado, en su estudio se menciona que el sexo masculino tiene más riesgo para el retraso del neurodesarrollo que el sexo femenino, especialmente en el área del lenguaje. Según los autores, estas diferencias se podrían explicar por la diferente velocidad de maduración entre niños y niñas [5]. Los niños tienen capacidades ‘más débiles’ para la adquisición del lenguaje temprano y representan más del 70% de los hablantes tardíos y sólo el 30% de los hablantes tempranos, y las niñas son las que adquieren lenguaje más rápido con más vocabulario [6]. Por otro lado, se ha observado un vínculo entre los niveles de hormonas sexuales fetales o posnatales tempranas y el desarrollo del lenguaje. Se encontró que el estrógeno se correlaciona con habilidades sociales y verbales mejoradas, y promueve el crecimiento de los centros del lenguaje y áreas relacionadas en el cerebro, mientras que la testosterona tiene el efecto opuesto [7-10]. Además, el estudio de desarrollo infantil de Cambridge reveló que la testosterona fetal se asoció inversamente con el desarrollo social, el lenguaje y la empatía en los niños [8], y sus niveles elevados se asociaron con rasgos autistas. Conocer las diferencias en el neurodesarrollo en la etapa infantil es de gran importancia, ya que las intervenciones ante el déficit deben poner énfasis en las particularidades de cada niño, y promover el desarrollo integral de sus habilidades de acuerdo con su edad.