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Rossmery Shirley Arce Delgado, Lucía del Carmen N. Peraltilla Romero
Por la unicidad de la relación de amor que subsiste entre padres e hijos, la familia es el lugar por excelencia para la educación, siendo fundamental el rol de los padres para dar lugar a un intercambio donde cada uno contribuye y aprende. Desde la infancia, momento clave para la educación, la guía y orientación que los padres brindan en el seno familiar está llamada a fomentar el establecimiento de hábitos que generen en los hijos una predisposición de su conducta al natural ejercicio del bien y al deleite en este. Por eso, la educación desde la familia también abarca la vivencia de la sexualidad de los hijos, entendida gomo un aspecto que comunica en distintas dimensiones, pero de manera integral, su identidad y personalidad en desarrollo. En especial, la ordenación de los afectos cobra importancia en la formación de hábitos buenos no necesariamente relacionados con el comportamiento sexual pero que, desde la integralidad del ser de los hijos, se va a reflejar en la vivencia de la sexualidad. Esta formación, junto con la propia reflexión y discernimiento, son esenciales en la vida de la persona. En este panorama, se consideró necesario hacer énfasis en el papel que la familia y, en especial, los padres tienen en la educación integral de los hijos para la sana vivencia de la sexualidad desde edades tempranas.
