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Sandra Caponi
Considerando la pésima gestión de la pandemia en Brasil, el artículo cuestiona la tesis según la cual después de la infección del covid-19 deberemos convivir con un nuevo brote: el de trastornos mentales, que afectará particularmente a la infancia. Argumento que, si la lógica de la psiquiatría —hoy hegemónica— se impone, corremos el grave riesgo de que, una vez superada la crisis, debamos tener que manejar una falsa propagación de diagnósticos psiquiátricos en la infancia. Considerando el modelo de identificación de trastornos mentales adoptado por el discurso psiquiátrico dominante, es posible prever una multiplicación de diagnósticos psiquiátricos ambiguos y un aumento de niños tratados con psicofármacos que poseen efectos iatrogénicos perjudiciales para su desenvolvimiento.
Considering the terrible management of the pandemic in Brazil, the article questions the thesis according to which after the covid-19 infection we will have to live with a new outbreak: that of mental disorders, which will particularly affect childhood. I argue that, if the logic of psychiatry —today hegemonic— prevails, we run the serious risk that, once the crisis is over, we must have to handle a false spread of psychiatric diagnoses in childhood. Considering the model of identification of mental disorders adopted by the dominant psychiatric discourse, it is possible to foresee a multiplication of ambiguous psychiatric diagnoses and an increase in children treated with psychotropic drugs that have iatrogenic effects that are detrimental to their development.
