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Partiendo de tres relatos sobre la clínica, la autora aborda la cuestión de la subjetividad en duelo con la muerte. Los dos primeros relatos intentan transmitir una resignificación a posteriori de experiencias con pacientes particularmente confrontados con su vulnerabilidad subjetiva ante la muerte. También proponen reflexionar acerca del encuadre: los procesos de construcción del objeto analítico, de la posibilidad de sostener un encuadre interno aun cuando el tratamiento se desarrolle en contextos adversos para la intimidad y la regularidad de los encuentros entre paciente y analista, fuera del ámbito del consultorio, o incluso a través de la presencia virtual y/o la ausencia física. El tercer relato titulado “Nosotros y la muerte en abril 2020” (aludiendo a una conferencia de Freud, de 1916) fue escrito en tiempos de aislamiento obligatorio por la pandemia de la COVID-19. ¿Cómo no volver a abrir aquella herida narcisista que conmueve la subjetividad recordando la original indefensión? La autora considera que frente a estas circunstancias, que podrían contemplarse en cierto modo en el límite de la analizabilidad, resulta necesario apelar a la capacidad de “ensoñar” el inconsciente del analizante para ayudarlo a metabolizar aquello que el trauma desliga, los vacíos de representación que destejen su entramado psíquico y las representaciones del vacío que lo inundan de vivencias catastróficas o nirvánicas. Esta tarea, particularmente exigente para la mente del analista, requiere de la “apuesta pulsional del analista”. Se resalta el valor del mecanismo de la desmentida, estructurante de un aparato psíquico escindido, en virtud del cual el sujeto, vulnerado y desfalleciente ante estas circunstancias, al tiempo que pueda reconocer la castración, la finitud, la muerte, pueda desmentirla (verleugnung) en defensa de la pulsión, en defensa de la vida.
The subjectivity fights a duel with death: throbbing next to Eros: Taking as a starting point three clinical reports, the author addresses the situation in which subjectivity fights a duel with death. The first two reports attempt to resignify après coup some experiences in which patients were particularly confronted with their subjective vulnerability in the face of death. They also suggest a reflection about the setting: the processes of construction of the analytic object (A. Green), the possibility of having an “internal setting” (M. Alizade) even if the treatment is carried out in contexts contrary to the privacy and regularity of the patient-analyst meetings, outside the consulting room or even in an online session and/or with physical absence. The third report, entitled “We and death in April 2020” (in reference to a Freud’s lecture in 1916,) was written during the mandatory isolation established during the Covid-19 pandemic. How not to reopen that narcissistic wound shaking the subjectivity when one remembers the original helplessness? On the face of these circumstances, which could be thought to be, in a way, on the limits of analyzability, the author says it is necessary to appeal to the analysand’s unconscious ability of “daydreaming” in order to help him/her metabolize that which the trauma unbinds, the gaps in representation unraveling his/her psychical fabric and the representations of emptiness flooding him/her with catastrophic or Nirvana-like lived experiences. This task is particularly challenging to the analyst’s mind and demands from him or her a “driving bet” (N. Marucco). Emphasis is made on the disavowal mechanism structuring a split psychical apparatus (N. Marucco). Through this mechanism the subject, wounded and fainting under these circumstances, may recognize castration, finitude, death, while also disavowing them (verleugnung) in defense of the drive, in defense of life.
