El artículo trata de algunos factores curativos de la relación terapéutica donde la herramienta básica no es la interpretación, ni el valor simbólico de la palabra, sino aspectos que tienen que ver con momentos de genuina espontaneidad, priorizando el ambiente o clima relacional. Se hace mención a la riqueza y utilidad terapéutica de aquello que, inesperadamente, ocurre entre los participantes de la díada clínica y que contribuye al establecimiento de un vínculo real que, quizá, pueda correr la suerte de simbolizarse. Se aborda también cómo se suele hacer referencia a estos aspectos en los espacios de intercambio informales entre profesionales (espacios de descanso o espacios comunes) y no tanto en supervisiones, sesiones clínicas o seminarios y congresos.