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Susana Volosín
La mascarilla es nuestra trinchera en la guerra contra el Coronavirus, además de la distancia física. Bajo la aparente uniformidad, por detrás de esas máscaras, se esconden muchas diferencias subjetivas, incluidas las económicas. Su uso obligatorio y la pérdida de nuestra fisonomía, y por lo tanto de nuestra identidad, trae consecuencias psíquicas importantes. Nuestra tarea profesional es ayudar a expresar y elaborar las angustias por el terrible contagio, así como las emociones que puede generar la colocación de la mascarilla sobre el rostro. Mascarilla que no solo tapa, sino que también tiene el poder de revelar los aspectos reprimidos. Esto explicaría la aceptación o el rechazo a enmascararse. Esta pandemia también nos confronta a nuestras propias emociones en nuestro entorno personal y en nuestro rol de psicoanalistas.
Face masks as well as helping us to keep social distance, represent ou trench on this war against Covid 19. However, on this apparent uniformity, under the face mask we can find many subjective differences, including the economic ones. Its compulsive use, and because hides our phisiognomy, we might loose our sense of identitity, bringing important psychological consecuences. As clinicians, our task is to help our patients to express and elaborate the anguish due to the terrible contagion, as well as the emotions that the placement of the mask on the face can generate. This would also explain the resistance to wear it. This pandemic also confronts us with our own emotions in our personal environment and in our role as psychoanalysts
