Los grandes modelos de lenguaje, entre los que destaca GPT-3, son programas de inteligencia artificial capaces de generar flujos de texto coherente a partir de una instrucción.
Esos sistemas pueden realizar tareas para las que no han recibido entrenamiento específico tan bien como las personas, pero aún presentan sesgos y producen respuestas peligrosas o sin sentido.
El problema fundamental es que los modelos carecen de sentido común y, aunque se están estudiando vías para que lo adquieran, quizá no lo logren mientras se limiten al ámbito del lenguaje.