Madrid, España
Casi todos los equipos electrónicos actuales funcionan gracias a un pequeño dispositivo: el transistor de efecto campo metal-óxido-semiconductor (MOSFET). Su singular potencial de miniaturización ha sido el principal responsable de la revolución digital.
El MOSFET fue patentado en 1930 por el ingeniero austrohúngaro Julius Lilienfeld para solucionar el problema de las comunicaciones por cable a larga distancia. Sin embargo, los problemas técnicos retrasaron tres décadas su fabricación.
Las necesidades militares de la Guerra Fría y el nacimiento de la industria informática, entre otros factores, propiciaron que el dispositivo viera la luz en 1960. Desde entonces se ha convertido en el objeto más fabricado de toda la historia humana.