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Germán Gutiérrez Dominguez, Oscar Barbarin, Martina Klicperova Baker, Prakash Padakannaya, Ava D. Thompson, Simon Crowe, Brigitte Khoury
En todo el mundo, los psicólogos han intervenido de manera individual para prestar servicios esenciales para abordar las secuelas sociales y emocionales de la pandemia del COVID-19. Muchas organizaciones psicológicas también han respondido a esta crisis de salud pública, aunque sus esfuerzos pueden ser menos reconocidos. Las organizaciones psicológicas que participaron en los esfuerzos de prevención y mitigación se dirigieron, entre otros, al público en general, a las comunidades locales y a los grupos de alto riesgo, como los proveedores de atención médica. Difundieron información sobre salud mental al público en general, formaron a personas no profesionales para que prestaran primeros auxilios psicológicos y utilizaron la investigación para diseñar y evaluar las respuestas de salud pública a la pandemia. En algunos países, las organizaciones psicológicas contribuyeron al diseño y la aplicación de políticas y prácticas de salud pública.
La naturaleza de estas participaciones cambió a lo largo de la pandemia y evolucionó de reactiva a proactiva, de local a internacional. Varias cualidades parecen ser clave para el valor, el impacto y el éxito de estos esfuerzos. Entre ellas se encuentran la agilidad y la adaptabilidad organizativa, la capacidad de superar su inercia política y gestionar los conflictos, el reconocimiento de la necesidad de abordar las diferencias culturales y la asignación de recursos limitados a los grupos de alto riesgo y con escasos recursos donde más se necesitaban.
Around the world, individual psychologists have stepped up to deliver essential services to address the social and emotional sequelae of the COVID-19 pandemic. Many psychological organizations have also responded to this public health crisis, though their efforts may be less widely recognized. Psychological organizations engaged in preventive and mitigation efforts targeted, among others, the general public, local communities, and high-risk groups such as health care providers. They disseminated mental health information to the general public, trained laypersons to provide psychological first aid, and used research to design and evaluate public health responses to the pandemic. In some countries, psychological organizations contributed to the design and implementation of public health policies and practices. The nature of these involvements changed throughout the pandemic and evolved from reactive to proactive, from local to international. Several qualities appear key to the value, impact, and success of these efforts.
These include organizational agility and adaptability, the ability to overcome their political inertia and manage conflict, recognizing the need to address cultural differences, and allocating limited resources to high-risk and resource-depleted constituencies where it was needed most.
