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Cristina Arias Salvador
La violencia que se ejerce en el ámbito escolar entre iguales y la que ejercen los hijos hacia sus progeni-tores son dos tipos de violencia que en la actualidad tienen una gran incidencia y unas repercusiones psicosociales importantes. Sin embargo, son pocos los estudios que relacionan ambos tipos de violencia. Según los datos recopilados por las distintas Fiscalías de Menores de toda España, anualmente se producen más de 4.000 denuncias de padres hacia sus hijos. Se estima que apenas se denuncia un 15% de los casos y que en la actualidad, uno de cada 10 menores Españoles maltrata a sus padres.El objetivo del presente artículo es mostrar la relación que existe entre haber sido víctima de acoso escolar con la posterior comisión de un delito de violencia filio-parental. Es importante que los profesionales de la educación sean conocedores de esta realidad y focalicen su inter-vención en la protección del menor, ayudándoles desde pequeños a que adquieran las habilidades necesarias para relacionarse bien. En este sentido, los programas de prevención e intervención deberían ir dirigidos, tanto a los menores como a sus familias, con el objetivo de ofrecerles las herramientas necesarias para relacionarse bien y resolver problemas.
School violence between peers and violence towards parents are two kinds of violence which currently have a great effect and an important psychosocial repercussion. However, few studies do associate both kinds of violence. According to the data which was compiled by the different Public Prosecutors for Minors from all over Spain, more than 4,000 complaints are filed by parents against their children annually. Nevertheless, it is estimated that only a 15% of the cases are reported and that one in every 10 Spanish minors mistreats his or her parents at the present time. The aim of this article is to show the connection that exists when a young person has been a school bullying victim, and afterwards, has committed a filial-parental violence offense.It is of a major importance that professionals of education know this reality and focalise their intervention on the minor’s protection, helping them since early ages to acquire the necessary capacities for interacting well with others.In this regard, prevention and intervention programs should be addressed to both the minors and their families, in order to provide them with the necessary tools to interact well with others and solve problems
