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Los estudios postmorten y de imagen cerebral que comparan el cerebro de jóvenes y ancianos, muestran la existencia de diferencias morfológicas, anatómicas y neuroquímicas (por ejemplo, descenso en el peso y volumen de algunas áreas cerebrales, disminución del número de neuronas y dendritas, reducción en el metabolismo cerebral, descenso del nivel de actividad de algunos sistemas neuroquímicos) localizadas en áreas frontales. Junto a estos cambios degenerativos, se detectan modificaciones, tales como el crecimiento del árbol dendrítico en algunas áreas cerebrales, que indican cambios regenerativos. La presencia de ambos procesos (degenerativos y regenerativos) en el cerebro de personas ancianas permite admitir que el deterioro neural no es una consecuencia inevitable de la vejez.
