Juan Larbán Vera
El proceso autístico se va desarrollando con el aumento progresivo de un funcionamiento psíquico que se manifiesta en unas modalidades defensivas particulares. Éstas son las responsables de los signos de alarma que, presentes en el bebé de forma repetitiva, acumulativa y duradera, van llevando progresivamente al niño hacia un funcionamiento autista. Si, además de detectar estos signos, se pudieran observar los factores de riesgo interactivos entre el bebé y su cuidador, las defensas del bebé, y sobre todo, la evolución de la modalidad o estilo de interacción cuidador-bebé, sería posible plantear un tratamiento psicoterapéutico que ayude a modificar este estilo interactivo, interrumpiendo un proceso evolutivo autista patológico y permitiendo un desarrollo sano y normalizado en gran número de casos.