Adrienne E. Harris
Al tratar elaborar una perspectiva sobre la agresión, tanto teórica como en la experiencia clínica vivida, me he encontrado en medio de una contradicción, un conflicto bastante palpable en mi propio uso y relación con la agresión. He escrito y defendido la importancia de que las mujeres se apropien de la agresión desautorizada (Harris, 1986, 1987). He pensado que esto era una ventaja crucial para las mujeres en muchas esferas de la experiencia. He estado convencida de que las dificultades con la agresión, tanto en elplano interno como en el interpersonal, han sido perjudiciales para las mujeres en los grupos, incluidos los grupos de feministas y políticos de mujeres (Harris, 1986). Para elaborar esta crítica me he basado en la labor del feminismo psicoanalítico (Benjamin, 1988; Dimen, 1991; Goldner, 1991; Flax, 1990), que ha prestado atención a la relación conflictiva de las mujeres con la agresión en muchas formas