Estudios recientes sobre competencias parentales después del divorcio señalan que la sensibilidad es uno de los ingredientes significativos en el desarrollo de una relación sana entre un padre y sus hijos. Esta sensibilidad se basa en la capacidad de los padres para poder reflexionar sobre los estados emocionales de sus hijos de una forma reflexiva y no defensiva. Sin embargo, los padres con una enfermedad mental no tratada o en situaciones de estrés continuado (casos de divorcio) pueden perder esta sensibilidad, como resultado de sus propias preocupaciones y de su necesidad de bienestar. Los trastornos de personalidad en los progenitores se manifiestan con frecuencia en coordinación parental. Se trata de un patrón persistente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, es un fenómeno generalizado, estable en el tiempo y conduce a la angustia o deterioro de las relaciones interpersonales. El coordinador de parentalidad debe estar alerta a la hora de obtener un diagnóstico profesional y un tratamiento adecuado que permita asegurar la protección del menor.