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Silvia Tubert
Benito Pérez Galdós es un sutil analista de las pasiones humanas. Una de sus novelas, La de Bringas, estudia minuciosamente el «erotismo de los trapos». Se trata una obra compleja, imposible de abordar desde una perspectiva parcial sin empobrecer la vasta red de significaciones que su trama genera. Ésta remite, por un lado, a la realidad histórico-social en la que se sitúa; sus coordenadas témporo-espaciales están bien delimitadas: la acción transcurre en Madrid, entre marzo y septiembre de 1868. Sin embargo, aunque la frenética atracción del personaje central por los trapos es producto, sin duda alguna, de un mundo dominado por las apariencias, el análisis de toda pasión ha de centrarse en la dimensión subjetiva. Me referiré, precisamente, a la problemática de la protagonista como sujeto deseante, sin pretender abarcar la polivalencia de sentidos de la novela.
