La moral sexual de nuestra cultura niega las vivencias de la sexualidad de aquellas personas que no se corresponden con su modelo (personas jóvenes, saludables, erótica centrada en el coito vaginal —y por tanto heterosexual—,…), por lo que cualquier programa de atención a la sexualidad de alguno de estos grupos excluidos (personas mayores, con algún tipo de discapacidad,…) deberá tener en cuenta acciones de concienciación y sensibilización social (a la ciudadanía en general) además del abordaje individual (las propias personas excluidas).
La experiencia de atención a la sexualidad de las personas mayores que presentamos se desarrolló durante dos años y tuvo en cuenta tanto la dimensión social (realización de documental, exposiciones al público), como la atención directa a las personas mayores (debates y reflexiones sobre su condición sexuada, erótica y amante,…).