Los seres humanos somos animales sociales. Para sentirnos emocionalmente seguros necesitamos fortaleza de ego y confianza en las relaciones con otras personas. Cuando nos falta un apego seguro a alguien querido, podemos otorgar significados profundos o cualidades humanas a nuestras posesiones inanimadas para rellenar ese vacío. Creemos que con el contacto físico los objetos se impregnan de nuestra esencia y que nos impregnamos de la de otros cuando tocamos sus cosas. Antropomorfizar nuestras pertenencias más preciadas es normal. Pero algunas personas vulnerables desarrollan el síndrome de acumulación.