Aun cuando, desde sus orígenes, la psicología cultural ha tomado en consideración el dominio histórico como complemento a los dominios filogenético y ontogenético (VYGOTSKI) para explicar el desarrollo humano, en la práctica el diálogo entre historia y psicología no ha dejado de ser otra cosa que una aspiración difícil de realizar. Había que superar importantes escollos de orden metodológico a la hora de establecer un nexo interdisciplinar entre la psicología - tradicionalmente sesgada hacia aspectos individuales del comportamiento -, y la historia - orientada casi exclusivamente a la explicación de importantes sucesos económicos, sociales y culturales -. En el momento actual, las condiciones han cambiado notablemente, en especial, desde que comenzó a desarrollarse la moderna historia cultural (P. BURKE, CHARTIER, LYONS, SEANGER, WITTMANN y otros) con quien la psicología comparte temas de interés común. Uno de estos temas es la escritura. En relación a ella el historiador de la cultura se ha visto atraído por cuestiones tales como: los diferentes tipos de escritura que han convivido en el Mediterráneo, la invención de la escritura alfabética, la invención de la imprenta y su impacto en el desarrollo occidental a través de la alfabetización, la lectura y los lectores, etc. Estas temáticas ampliamente desarrolladas en el marco de la historia de la cultura y la historia de la lectura (CHARTIER, ver CAVALLO y CHARTIER) son de gran interés para el psicólogo a la hora de abordar el estudio de la ecuación mente-cultura (LURIA, SCRIBNER & COLE, OLSON, RAMIREZ) y, también, de la génesis de la identidad y, en especial, de la identidad moderna