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José Luis Torres Laborde
Este artículo es el resultado de la aplicación intencional de una estrategia de pensamiento, sugerida por los autores en creatividad, que consiste en definir y volver a definir, desde muchos puntos de vista y enfoques, cualquier problema, con el fin de encontrar nuevas formas de entenderlo. En este caso lo aplicamos a la teoría tradicional del conflicto. Planeamos entonces que el 'conflicto' no es el resultado de un choque, ni de unas diferencias, sino de la superposición de los campos vitales de las partes, cuyo efecto es el de cambiar, modificar, desviar o frustrar su accionar o la consecución de los objetivos de una o de las dos. Por lo tanto, el conflicto es visto aquí como un conjunto de la interacción de varios componentes: las partes; el sentido que tiene el conflicto para cada uno; el argumento, o el suceso disparador, y el contexto donde ocurren los hechos. Por otro lado, se afirma que los conflictos no se solucionan, ni se resuelven, sino que se transforman o diluyen. Es decir, el conflicto es dinámico y hace parte de las relaciones cotidianas. Al final se señalan unas sugerencias de abordaje, a partir de los elementos identificados.
