A. González Peña
Cuando hablamos de niños con necesidades especiales, que requieren múltiples profesionales y que tienen una gran discapacidad, es necesario contar con un equipo amplio de diferentes profesionales (pediatra, enfermera, trabajador social, psicólogo, etc.) y que estén integrados formando un equipo humano. Sólo el médico especialista o el médico responsable del niño enfermo no pueden asumir todas las consecuencias psicosociales que conlleva la enfermedad neurológica; enfermedad crónica en la que, por lo general, las familias organizan su vida con la enfermedad del niño en el centro de todo. Poder escribir en este artículo unas pautas o herramientas del campo del trabajo social a médicos como los neuropediatras podrá facilitar mejor la calidad asistencial, así como la vida del niño y de quienes lo cuidan. Los niños y sus familias tienen una complejidad social a consecuencia de la enfermedad que puede detectar el médico y remitir al trabajador social para dar una respuesta más global para atender la salud del niño. Es importante hablar con los conceptos claros del riesgo social del niño con una discapacidad y gran dependiente, así como del maltrato institucional que lleva el exceso de burocracia médica con múltiples consultas y disparidad de profesionales solicitando pruebas clínicas.