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María Soledad Blanco Ruiz, Verania A. Navia
Se presenta en este artículo una introducción al campo de estudio de las relaciones entre factores psicosociales y neoplasia, enmarcándolo dentro de la medicina conductual y desde un enfoque interdisciplinar. A continuacón se discute el papel que pueden desempeñar las variables psicosociales (estrés) en la vulnerabilidad del ser humano a la enfermedad en general a través de su acción sobre el sistema inmune. Se realiza una revisión crítica en la investigación en la que se ha intentado delimitar la influencia de factores psicosociales en la aparición y pronóstico del cáncer, en animales (cáncer experimental) y en el ser humano. Se discute por último el papel de los mediadores biológicos propuestos como más importantes hasta el momento en la literatura del área (sistemas neuroendocrino e inmune). De esta revisión se desprende que los resultados de la investigación, aunque sugerentes no son definitivos, ni tampoco están claros los mecanismos biológicos a través de los cuales se puede producir la influencia. Después de analizar algunas de las deficiencias metodológicas más importantes de los trabajos realizados, creemos que un enfoque más adecuado para poner a prueba la hipótesis de que los factores psicosociales afectan al desarrollo del cáncer debería ser longitudinal, utilizando grandes muestras y estudiando variables psicosociales y biomédicas conjuntamente.
An introduction is presented to research about relationships between psychosocial factors and neoplasia, set within the point of view of behavioural medicine and with an interdisciplinary perspective. The role that psychosocial variables (stress) in human susceptibility to disease in general may play, through their action on the immune system, is discussed. The state of research that has attempted to delimit the influence of psychosocial factors on development and outcome of cancer in animals (experimental cancer) and humans is reviewed critically. Finally, the role of the most important biological mediators proposed so far (neuroendocrine and immune systems) is discussed.
This review reveals that the empirical evidence of psychosocial influence on cancer, although suggestive is not conclusive and the biological mechanisms which could mediate such influence are not clear either. We believe that the best test of the hypothesis that psychosocial factors affect cancerous growth require a prospective approach which utilizes large samples and the study of psychosocial and biomedical variables jointly in order to eliminate the most important methodological deficiencies of research carried out to date
