El autor resitúa los conceptos analíticos básicos: transferencia, resistencia, interpretación, regresión, considerándolos como “procesos”. Asigna a la técnica la función de promover la actividad del paciente dentro de la situación de tratamiento. El objetivo del terapeuta sería restituir el control activo del paciente sobre su propia vida. Considera la personalidad y la neurosis como sistemas que tienden a mantener su propia estabilidad y que solo pueden cambiar con el esfuerzo sostenido. Las “interpretaciones de seguimiento” que construye el analista en base a la respuesta del paciente a sus interpretaciones anteriores son fundamentales en este sentido. La neurosis sería algo que el paciente “hace”, en lugar de ser algo que el paciente “tiene”. En lugar de entender la resistencia como una forma de oponerse al tratamiento, la entiende como algo que el paciente considera que tiene que hacer para acomodarse a las demandas del guión de la fantasía inconsciente y para mantener su sensación de seguridad.