Judith Rainhorn
En el siglo XIX, la cerusa, albayalde o blanco de plomo, era el pigmento blanco más utilizado en Europa para la pintura de edificios. Sin embargo, desde el siglo XVII se sabía que se trataba de un producto nocivo, responsable de una intoxicación que podía llegar a ser muy grave: el saturnismo. Aunque ya existía un sustitutivo inocuo, el blanco de cinc, se creó un grupo de presión en el seno de la industria de la cerusa. Estaba muy bien organizado y multiplicó las medidas para mantener el producto en el mercado, mientras sembraba la duda sobre la toxicidad del blanco de plomo.