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Francesc Palmero Cantero
Con el presente trabajo hemos intentado ofrecer una panorámica general de lo que han sido -de lo que siguen siendo- los distintos acercamientos al estudio de la emoción desde un punto de vista biológico. A través de distintas posturas, todas ellas con el denominador común de localizar la dimensión biológica de los procesos emocionales, podemos constatar cómo, de forma progresiva, se ha ido perfilando un campo tan complejo, a la vez que imprescindible, en el ámbito emocional.
En efecto, se ha producido un cambio sustancial desde la identificación de los correlatos fisiológicos de la emoción hasta la localización de las estructuras biológicas, esencialmente neurobiológicas, que permiten la ocurrencia de los procesos emocionales.
La clásica pretensión de James, cuando intentaba perfilar el patrón psicofisiológico asociado a cada emoción discreta, podría ser retomada a la luz de las nuevas tecnologías y procedimientos, los cuales delimitan los sistemas, variables y parámetros que se encuentran vinculados con cualquier emoción, permitiendo, además, la diferenciación a partir de la intensidad de las respuestas en cada una de estas variables y parámetros.
Estos hallazgos actuales parecen poner de relieve la importancia de estructuras neurobiológicas concretas, entre ellas la amígdala y los hemisferios cerebrales, para entender el procesamiento de la estimulación con connotaciones emocionales, para establecer cómo se prepara la ejecución de las múltiples manifestaciones comportamentales asociadas a las emociones, y para, en último término, iniciar una apasionante búsqueda de las bases neurobiológicas de la experiencia (emocional) consciente.
