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Mª Francisca Savall Rodríguez, Concepción Blasco Ros, Manuela Martínez Ortiz
Generalmente, los estudios realizados sobre víctimas de violencia de pareja (VP) se han centrado en investigar el impacto de dicha violencia sobre la salud de las mujeres y, más concretamente, sobre su salud mental, obteniéndose que las víctimas presentan un peor estado de salud frente a las no víctimas. Consecuentemente, el daño psíquico encontrado ha sido utilizado también como un medidor de la gravedad de la violencia sufrida. El objetivo principal de este trabajo fue comprobar si las mujeres presentaban distintos perfiles de deterioro en su salud mental en función del tipo de violencia sufrida. Se llevó a cabo un estudio transversal con 108 mujeres víctimas de VP que fueron divididas en tres grupos: sin síntomas (n=30), con depresión (n=50), con depresión y Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) (n=28). Los análisis estadísticos realizados establecieron que el desarrollo de depresión, depresión/TEPT o el no padecer síntomas de estos trastornos no se asociaba al tipo de violencia sufrida (física, psicológica y/o sexual) al aportar datos estadísticamente no significativos. Estos resultados indican que las mujeres víctimas no conforman un grupo homogéneo entre ellas, apuntando que no debiera utilizarse únicamente el deterioro presentado en su salud mental como la variable que valore la gravedad de la violencia sufrida
In general, the studies carried out on victims of intimate partner violence (IPV) have focused on research the impact of that violence on the abused women’s health, in particular, on their mental health, concluding that abused women are much more likely than nonvictims to have poor health. Therefore, the psychological damage has been used as a severity measure of the violence suffered. The main purpose of this work was determined if women experienced different degrees of mental health impairment according to the type of violence suffered. The cross-sectional study followed 108 victims of IPV distributed into three groups: women without symptoms (n=30), women suffering depression (n=50) and women suffering depression and posttraumatic stress disorder (PTSD) (n=28). The statistical analysis carried out determined the development of depression, depression/PTSD or not suffering any evidence of these symptoms are not associated with the type of violence (physical, psychological and/or sexual) providing non-significant statistical data. These results showcase abused women are not a homogeneous group, pointing out a deterioration of abused women's mental health should not be used as a variable which determine the severity of the violence suffered.
