Las ondas gravitacionales son perturbaciones del espaciotiempo que se propagan a la velocidad de la luz. Se generan a amplitudes detectables en algunos de los fenómenos más violentos del universo, como las colisiones de agujeros negros.
Tales ondas constituyen una consecuencia inevitable de la teoría de la relatividad general de Einstein. Sin embargo, y a pesar de décadas de búsqueda experimental, hasta hace poco no habían sido detectadas de forma directa.
Ese objetivo fue logrado hace poco más de un año por el experimento estadounidense LIGO. El éxito fue posible gracias a numerosos avances clave en las técnicas de detección, modelización y análisis de los datos.