Todas las células animales necesitan saber dónde están con respecto al resto del cuerpo.
En las últimas décadas la ciencia ha descubierto algunas proteínas clave que permiten a las células conocer la ubicación de la parte frontal, posterior o de la cabeza de un animal, entre otros puntos.
Estas proteínas son tan importantes que los genes que las codifican no han cambiado gran cosa desde su aparición hace más de 500 millones de años.