J. Bajo Lema
Entre la población de ingreso en un centro terapéutico de menores, una amplia proporción lo hacen debido a la difícil convivencia familiar, marcada por episodios de conflictividad en aumento con padres o hermanos, fugas o agresividad en la escuela o con iguales. La intervención psicoterapéutica, para la que el menor suele hacer demanda (si bien de un modo inducido), plantea dilemas en cuanto a hasta qué punto obstaculiza el trabajo la simplificación que se hace de un problema de características sistémicas e interactivas, para centrarlo en características personales del menor etiquetado como “problemático”. Existen voces que valoran el papel del internamiento por la posibilidad de ofrecer una experiencia correctiva para el menor en cuanto a la valoración que se hace de él y sus capacidades. En este artículo pretendo explicar los puntos más importantes de la intervención y ofrecer una reflexión crítica sobre algunos aspectos mejorables del sistema de protección.