Raúl Páramo Ortega
Bartolomé de las Casas sin duda amó y protegió a ‘sus’ indios. Sin embargo, sus contradicciones centrales son múltiples. Luchó por una reforma, pero dejó intocado el fondo de la injusticia básica de no respetar lo que hoy llamamos el derecho a la libre conciencia. No respetó las diferencias religiosas. Su entrega al Dios cristiano y a la ‘salvación’ del alma de los indígenas fue el propósito de su vida. De pasada, fue usado por los invasores españoles para limpiar un poco el rostro de su crueldad. Se cuestionan los derechos humanos asentados en un supuesto derecho natural otorgado por una divinidad. Los derechos y la dignidad humanos, el autor los propone como horizontales (interhumanos) y no verticales; la tolerancia recíproca es planteada como la virtud primaria. Las Casas fue instrumentalizado en su bondad personal para fines de una doble conquista: material y espiritual. Los Conquistadores estaban interesados en la primera, Las Casas en la segunda. Fue complejo su acuerdo central expansivo.