Las falsas alegaciones constituyen un problema dado que pueden causar daño. Para estudiar la diferencia entre alegaciones verdaderas y falsas utilizamos un enfoque cuasi-experimental. En la condición de control las alegaciones verdaderas se obtuvieron de los archivos policiales. Las víctimas, todas mujeres, tenían una edad entre 17 y 53 años (M = 28.0 y DT = 10.6). En la condición experimental se invitó a mujeres a presentar una falsa alegación. Los participantes de esta condición, todas mujeres, tenían una edad entre 18 y 52 años (M = 28.0 y DT = 10.6). Elaboramos una lista de 187 variables partiendo de nuestra teoría de la violación inventada. Todos los elementos de la lista se codificaron dicotómicamente. Se sumaron todas las variables codificadas como “presentes” en los casos para obtener una puntuación total; se utilizó una prueba t independiente. Los resultados de la condición control (N = 30) se compararon con los de la condición experimental (N = 35) mediante la prueba de chi-cuadrado. El método de Holm-Bonferroni con la corrección de Šidák se utilizó para corregir el error relativo a la familia. La prueba independiente t mostró una diferencia entre el número medio de alegaciones probablemente verdaderas codificadas como “presentes” (M = 59.13, DT = 11.00) y de falsas alegaciones (M = 35.74, SD = 9.33), t(63) = 9.28, p < .0001, d = 2.34. Así, había más variables significativamente codificadas como “presentes” en las alegaciones probablemente verdaderas. Los relatos inventados de violación carecen de comportamiento seudoíntimo y de una gran variedad de actos sexuales. Además, en casi todas las historias de violación inventadas el ataque se completaba en menos de 15 minutos, mientras que en las verdaderas alegaciones a veces tardaba en completarse más de 60 minutos. Como conclusión, las alegaciones verdaderas y falsas difieren en elementos fundamentales de la historia contada por el demandante. Las diferencias podrían utilizarse para predecir la verdadera índole de la alegación de violación
False allegations constitute a problem since they may cause harm. To study the difference between true and false allegations we used a quasi-experimental approach. In the control condition likely true allegations were retrieved from criminal files. The victims, all female, were between the ages of 17 and 53 (M = 28.0, SD = 10.6). In the experimental condition women were invited to file a false allegation. Participants, all female, in the experimental conditions were between the ages of 18 and 52 (M = 28.0, SD = 10.6). We constructed a list of 187 variables based on our theory of fabricated rape. All items in the list were coded dichotomously. All variables that were coded as ‘present’ within cases were summed to obtain a total score; an independent t-test was used. The results of the control condition (N = 30) were compared with the experimental condition (N = 35) by use of chi-square tests. A Holm-Bonferoni method with Šidák correction was used to correct for the increased family-wise error rate. The independent t-test showed a significant difference between the mean number of present-coding of likely true allegations, (M = 59.13, SD = 11.00) and of false allegations (M = 35.74, SD = 9.33), t(63) = 9.28, p < .0001, d = 2.34. Thus, significantly more variables were coded ‘present’ in likely true allegations. Fabricated stories of rape lack pseudo-intimate behavior and a wide variety of sexual acts. Also, in almost all fabricated stories of rape the attack was completed in less than 15 minutes while in likely true allegations the attack sometimes took over 60 minutes before it was completed. In conclusion, true and false allegations diverge from each other in essentials of the story told by the complainant. The differences could be used to predict the true nature of a rape allegation.