City of New Rochelle, Estados Unidos
El DSM-V estima que la prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo oscila entre el 2,1 y el 7,9 por ciento, lo que lo convierte en uno de los trastornos de personalidad de mayor prevalencia en la población general. Sin embargo, la prevalencia del trastorno se suele publicar sin valorar las implicaciones de este hecho. Tras la revisión de las estimaciones que aparecen en varios estudios, este artículo analiza por qué se ha ignorado la prevalencia de este trastorno, cómo cambia este hecho los supuestos etiológicos y el modo en que las nuevas etiologías propuestas ayudan a comprender la prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo. La elevada prevalencia unida a la alta heredabilidad ponen en tela de juicio la etiología psicoanalítica e invalidan la clasificación psiquiátrica, y además sugieren que el trastorno obsesivo-compulsivo no es común, sino infrecuente. Siguiendo esta línea argumental, se utiliza la teoría evolucionista para ilustrar las condiciones bajo las que surge este fenotipo infrecuente y las leyes mecanicistas que lo mantienen en sus actuales proporciones. Tal y como se plantea en la discusión, cuando la elevada prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo se contextualiza dentro de un paradigma evolucionista, aflora la existencia de una biogeografía ecológicamente determinada de este trastorno.
DSM-V estimates the prevalence of Obsessive Compulsive Personality Disorder (OCPD) to fall between 2.1 and 7.9 percent, making it one of the most prevalent personality disorders in the general population. Yet, obsessive prevalence is reported without its significance being appreciated. After reviewing the estimates of several studies, this paper pursues the theme of obsessive prevalence, showing why it was ignored, how it changes etiological assumptions, and, in turn, how newly generated etiologies engender the understanding of obsessive prevalence. High prevalence, when paired with high heritability, undermines psychoanalytic etiologies and invalidates psychiatric classification, suggesting that OCPD is a rare type, rather than a common disorder. Following this, evolutionary theory is used to illustrate the conditions from which this rare phenotype arose, and the mechanistic laws that maintain it within its present proportions. As treated within the discussion section, high prevalence, when contextualized within an evolutionary explanatory paradigm, suggests an ecologically determined biogeography of OCPD.