Las causas de la perversión sexual son todavía muy inciertas:
no es fácil distinguir cuánto depende de lo singular y de su disposición y, cuánto de las múltiples y complejas condiciones ambientales y familiares que lo favorecen. En este trabajo, tendré en cuenta algunas experiencias ambientales específicas para mostrar cómo éstas pueden encontrarse en una particular disposición del niño para desarrollar una perversión mediante la transformación sexualizada de la mente y la anulación de la agresividad vital. En particular, evaluaré la importancia de los traumas emocionales, es decir, de la falta o distorsión de respuesta por parte de los progenitores como un elemento significativo que favorece el retiro perverso.