Acceso usuarios
Reflexionar sobre la relación entre la ficción y la política es cada vez más ineludible para entender cómo los sistemas democráticos evolucionan hacia la espectacularización total de la realidad. Prácticamente, nadie duda que la ficción norteamericana tiene un peso específico en la cultura global que hemos de tener en cuenta a la hora de valorar cómo se han ido construyendo los modelos de actuación de los políticos. Por tanto, analizar la fusión de ambos elementos puede proporcionar claves sobre el funcionamiento de la comunicación política y su evolución, tal y como la ficción ha venido reflejando. Desde la aparición de la industria cinematográfica, los políticos intuyeron su capacidad para imponer al mundo su propia visión de las cosas. Así, primero el cine y, posteriormente, la televisión, se convirtieron en vehículos ideales para exportar el american way of life. De ahí que ellos hayan reflejado también los cambios que la comunicación política ha ido operando a lo largo de su historia. La relación de los norteamericanos con la política ha quedado plasmada en multitud de películas y series de televisión. También, estas películas y series ofrecen un amplio campo para estudiar las relaciones y juegos de los personajes, según el sistema conceptual de Eric Berne, el Análisis Transaccional. En una época de gran convulsión política, de escepticismo y de saturación como la actual, cabe aprovechar la ficción como plataforma para entender la política. Podemos considerar las películas y las series de televisión a todos los efectos como retratos de la contemporaneidad. Los políticos lo saben: en ellas se representan determinadas intrigas, historias o acontecimientos de la realidad que marcan tendencias. Sus tramas pueden llegar a ser premonitorias de desarrollos políticos y sociales porque ilustran a la perfección conceptos que aún no han encontrado un correlato empírico en las ciencias sociales. Por ello, la ficción constituye una buena herramienta para comprender la política y la comunicación política.
To think over the relationship between fiction and politics is increasingly unavoidable to understand how democratic systems are evolving towards the transformation of reality in a new kind of show business. Today nobody doubts that American fiction is playing a fundamental role in the making of the global culture. We have to take into account this when we have to assess how the politicians’ models of performance have been built. Therefore, analyzing the merger of both elements can provide us with keys on the performance of political communication and its evolution, in the way political fiction has been coming reflecting through television series and movies. Since the emergence of the American film industry, politicians sensed they had the ability to impose on the world their own vision of things. So, cinema –firstand television –later- became the ideal vehicles for exporting the american way of life. Hence, this two media have also reflected changes happened in political communication throughout its history. The relationship between the American citizenship and politics has been depicted in many films and television series. Also, these movies and series offer a wide field to study the relations and games of the prominent figures, according to Eric Berne’s conceptual system, the Transactional Analysis. In an era of great political upheaval, skepticism and saturation of all political, such as the current one, it should take the fiction as a platform for understanding politics. We can consider the films and television series for all purposes as portraits of contemporaneity. Politicians know it. Through them certain intrigue, stories or events, actually trendsetters, are represented. The plots stage may become visionary political and social developments because they show clearly concepts that have not yet found an empirical correlation in the social sciences. Due to that, fiction is a good tool to understand politics and political communication.
